Una tortilla tiene 2 caras. Son dos caras diferentes, incluso pueden ser muy diferentes. Una de ellas puede estar quemada y la otra no…sin embargo es la misma tortilla.
Y te estarás preguntando…y ¿qué tiene que ver una tortilla con un conflicto de pareja?
Pues que cualquier situación, de conflicto que se origine en tu pareja, siempre, absolutamente siempre, es susceptible de ser dada la vuelta.
Cuando tenemos un conflicto o discusión con nuestra pareja, siempre hay un origen común; la falta de entendimiento, puntos de partida diferentes, y percepciones diferentes de una misma situación. Y normalmente un objetivo común…convencer al otro, cueste lo que cueste de que está equivocado para que así me dé la razón. Y esto lo hacemos porque pensamos que teniendo razón nos vamos a sentir mejor…pero ¿es así?
Sé sincero contigo mismo… ¿Cuántas veces has conseguido esa razón después de una discusión?…y si alguna vez la consigues… ¿Cómo te sientes después…realmente has conseguido algo importante? ¿Realmente crees que necesitas algo del otro para tú sentirte bien?
¿Cuántas veces discutes con tu pareja por lo mismo en una especie de bucle o espiral aburrida y tediosa?
La realidad es que por muy persuasivos o manipuladores que podamos llegar a ser…tenemos muy poco poder sobre el otro. La buena noticia es que tenemos muchísimo poder sobre nosotros mismos, y que cuando lo utilizamos podemos darle la vuelta a cualquier situación al hacernos cargo de nuestra parte.
¿Qué quiere decir esto? ¿Cuál es la propuesta?
Cuando ante un conflicto, pensamos, que origen o la culpa de nuestro malestar la tiene el otro, estamos abocados a quemarnos sin sentido, porque buscaremos por todos los medios conseguir algo del otro, que muy lejos de darnos aquello que creemos necesitar se posicionará más firmemente defendiendo su postura.
Seguimos quemándonos y quemando la relación; acumulando diferencias y resentimiento…
¿Cómo podemos darle la vuelta a la tortilla?
Detrás de un conflicto…siempre, siempre, hay una oportunidad única de expansión y crecimiento personal. Porque un conflicto, siempre nos está mostrando una parte nuestra bloqueada y obsoleta que necesita transformación y que la mayoría de las veces es ciega para nuestra consciencia, por eso nos la muestra la pareja a través del conflicto.
La opción es; ante un conflicto, girar la situación hacia uno mismo; verme, mirarme con honestidad y sinceridad para descubrir cuál es esa parte mía que no estoy viendo, que es ciega para mí y que está pidiendo ser descubierta para poder ser transformada.
En cualquier situación de conflicto en pareja, ambas partes están igualmente implicadas; pero sólo tengo poder y responsabilidad sobre mi parte, y no sobre el otro.
Vamos a poner un ejemplo sencillo. Imaginemos una pareja que continuamente discute por temas de orden doméstico. Está claro, que ambos tienen ideas y conceptos del orden muy diferentes. Puedo pasar del conflicto a la lucha, si pretendo que el otro adopte mi concepto de orden y haga las cosas “a mi manera”.
¿Qué pasaría si aquí le doy la vuelta a la tortilla? Si pusiera mi foco de atención en mí, en cuál es mi tema con el orden; porque si discuto por ese asunto, está claro que es un tema mío. Sería una oportunidad para explorarme a mi; mis creencias, ideas, manías, prejuicios…. ¿Cuál es mi concepto de orden? ¿Esas ideas son mías o son heredadas? ¿Me limitan o me expanden? ¿Favorecen la armonía de la relación, o crean luchas innecesarias? ¿Podría reformular, y actualizar todo esto para vivir mejor? ¿Realmente quiero, o es una manera de sabotear mi paz y mi relación?….
Cualquier conflicto de pareja es una oportunidad maravillosa y única para conocerme mejor, para activar la creatividad, actualizar la versión de mi mismo y tener algo mejor y diferente que ofrecerle a los demás.
De esta perceptiva, lo que en principio es un conflicto deja de serlo y se convierte en una oportunidad de crecimiento, creatividad y transformación.
Te invito a que no te creas nada, y simplemente pruebes. La próxima vez que la tortilla se esté quemando…prueba a ver qué pasa si le das la vuelta y en vez de mirar a tu pareja te miras a ti.
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