Esto es importante.
He constatado, a través de mis procesos de coaching de relaciones, trabajando tanto con parejas como en procesos individuales para la comprensión y mejora de las relaciones; que el paradigma más común desde el que las personas se relacionan, parte más desde el miedo que desde el amor.
Voy a dedicar este post a aclarar las diferencias entre una relación basada en el intercambio amoroso y en una relación dónde la motivación de base es el miedo en cualquiera de sus formas… a que me abandonen, a que no me acepten, a que no me quieran, a quedarme solo/a, a no ser lo suficientemente bueno, a no estar a la altura, a recibir menos de lo que doy…
Todos y cada uno de ellos, tienen su correspondiente autosabotaje…porque de alguna manera nuestros miedos, acaban tomando forma en nuestra realidad.
Todos, en mayor o menor medida, tenemos algún miedo inconsciente en relación al amor. No se trata de negarlo, o de luchar contra él…sino más bien todo lo contrario. Se trata de estar atento para poder identificarlo y estar atento para poder aceptarlo; y desde esa aceptación consciente y despierta, es desde el único lugar en el que podemos elegir e iniciar un cambio.¡ Precisamente por eso se manifiestan en la relación!, para que podamos verlos y transformarlos; esconderlos no sirve de nada. Recuerda que no es la relación la que crea el miedo…sino la que lo espeja.
RELACIÓN DESDE EL MIEDO
Desde este paradigma las relaciones se hacen dolorosas; son fuentes de agotamiento, estrés y frustración.
Hay muchas personas que dicen “invertir” mucho esfuerzo para que su relación de pareja funcione y viven sintiéndose agotadas y frustradas.
Funcionan así las personas que perciben las relaciones como un intercambio de intereses y continuas luchas de poder; centrándose en lo que no les gusta del otro y de cómo ha de cambiar para que se ajuste a su propio mapa mental.
Funcionan así las personas que se relacionan desde su propia carencia; desde su falta de amor o autoestima.
Se relacionan buscando fuera el amor y aprobación que son incapaces de encontrar dentro; el “complemento”, porque no se sienten completas. Así se esfuerzan en agradar y dan al otro con el objetivo, muchas veces inconsciente de recibir amor y validación. Es como una inversión.
Doy para recibir, al menos lo mismo que doy. Esto es antinatural y genera mucho esfuerzo; una lucha contracorriente y muchísima frustración.
Deposito con mi entrega una expectativa concreta y determinada y sino recibo exactamente lo que quiero me voy frustrar, a sentirme herido/a y voy a estar a la defensiva; porque peligra mi autoestima, mi valoración y siento que el otro está en deuda conmigo.
Desde este paradigma las relaciones son estresantes, agotadoras y frustrantes.
RELACIÓN DESDE EL AMOR
Para que el intercambio en una relación de pareja sea pleno y satisfactorio para ambos, ha de partir de la base del amor y el respeto hacia uno mismo. Es decir, que vivamos conectados con la energía del amor, y para ello es fundamental que hayamos aprendido a amarnos a nosotros mismos; que sepamos qué hay dentro, nos hayamos aceptado, habiendo abrazado nuestras luces y sombras. Hemos de haber trabajado la relación con nosotros y ha de ser amorosa. Amarnos a nosotros mismos no es identificarnos con lo que nos gusta…todo lo contrario es haber descubierto, aceptado y abrazado nuestras sombras.
Cuando esto sucede, el amor sale desde nosotros de forma natural; es la forma espontánea con la que nos relacionamos con los demás. Si yo soy capaz de amar y respetar el ser que habita en mí por encima de todo, seré capaz sin esfuerzo de hacerlo con los demás.
Desde este paradigma, me voy a relacionar con los otros, y en concreto con mi pareja desde el respeto y la aceptación incondicional; dando porque libre y espontáneamente quiero dar sin esperar nada a cambio. El hecho de dar me llena.
Cuando yo me amo no necesito al otro para sentirme valioso y amado; sino que deseo estar con el otro para compartir y dar ese amor genuino que nace en mi. Le “necesito” para dar, y no para recibir ¿Qué voy a hacer con ese amor que tengo dentro si no es darlo y compartirlo?
En ese intercambio y con esa intención la relación se nutre en confianza, amor y crecimiento. Hago y digo desde el corazón, sin esperar nada a cambio; y entonces, como por arte de magia es cuando recibo; y precisamente recibo porque doy sin esperar nada a cambio. Estoy llenando mi cuenta bancaria emocional con respecto al otro.
Desde este prisma soy capaz de comprender al otro y sus necesidades e implicarme al máximo en la relación.
Funcionamos desde del paradigma de que el otro me comprenda antes y por encima de todo. Pero la fórmula no es ésta, sino que es esencial primero haberme comprendido yo y luego procurar comprender al otro.
Dar sin esperar nada a cambio porque me sale del corazón y comprender al otro antes de exigir que me comprendan es una de las premisas más importantes para una relación basada en el amor.
Te dejo las siguientes preguntas para que reflexiones:
¿Qué hay “detrás” de lo que das en tus relaciones?
¿Estás dando desde el amor o desde el miedo?
Abrazando tus miedos.
Catalina dice
Como llegarle a mi pareja si brilla por su ausencia
Salomé Gonzalo dice
Hola Catalina!
Ahí hay mucho que explorar. Hay mucho que no estás viendo.
Escríbeme si quieres a mi correo privado: salome@enesenciacoach.com
Un abrazo