No siempre es fácil distinguir si estamos ante una crisis, que puede ser de distintos grados y por distintos motivos, o si por el contrario nos encontramos ante el final de nuestra relación.
A veces, en nuestro fuero interno sabemos que está rota pero nos resistimos a verlo y aceptarlo.
Es importante distinguir si estamos en una u otra situación, porque una crisis puede confundirnos y hacer tirar al traste una relación que podría haberse salvado porque hay amor. Si estamos confundidos, o dudamos, conviene pedir ayuda profesional antes de precipitarnos en la decisión.
Hablo de relaciones en que las dos partes estén en esa confusión. Cuando una de las partes ya no quiere seguir en la relación, entonces no queda otro remedio que dejarla ir. No podemos obligar a nadie a que siga con nosotros si ya no quiere estar.
Si uno de los integrantes crece más que el otro, o tiene necesidades que ya no puede cubrir en la pareja, es muy probable que decida irse. Aquí el camino para la otra parte será aceptar y procesar la ruptura, porque si no correrá el peligro de quedarse “enganchada” a esa relación aunque ya no exista.
CIRCUNSTANCIAS QUE PUEDEN PROVOCAR UNA CRISIS
Una relación de pareja es un sistema dinámico integrado por dos personas que evolucionan y experimentan distintas experiencias personales a lo largo de su vida; por lo que la relación cambia y evoluciona con ellas.
Es por ello que determinadas circunstancias personales, que afectan a cada miembro de la pareja en cualquiera de las esferas: personal (llegada de un hijo, obligaciones con los progenitores, etc….); laboral (pérdida de empleo, ascensos, etc…), puedan afectar a la relación.
Si hay amor, diálogo y la disposición de hacer los ajustes que sean necesarios podrán encajarse esos cambios sin que afecte a la relación.
Habrá casos sin embargo, en que los desencuentros serán insalvables y la relación estará rota sin que quepan más componendas. Hay veces que seguimos en una relación porque no sabemos cómo irnos. También es muy importante saber cómo afrontar una ruptura. Cuando una pareja, tras haberlo intentado decide que lo mejor es tomar caminos diferentes; será muy diferente que lo hagan desde la aceptación y el respeto que desde la guerra. Hay muchas formas de terminar una relación, y la forma en que lo hagamos tendrá consecuencias bien distintas en nuestra vida.
SEÑALES INEQUÍVOCAS DE QUE HAY UNA RUPTURA SENTIMENTAL
Hay señales bastante inequívocas de que una relación se ha terminado; por lo menos emocionalmente; otra cosa es que físicamente decidamos seguir juntos pese a todo; pero ya no será una relación sentimental, será otro tipo de acuerdo de pareja.
El aburrimiento.- Cuando me resulta tedioso y aburrido estar con mi pareja; o prefiero cualquier otra compañía o plan antes que estar con el otro, y el deseo sexual ha desaparecido.
La Indiferencia.- Me da igual lo que pase en la relación. Ni siquiera me molesto en enfadarme.
Me molesta todo del otro.- Soy incapaz de ver nada en el otro de lo que antaño me gustaba. Siento que todo lo hace para fastidiarme. Es un fastidio estar a su lado.
Se trate de una crisis o de una separación, la actitud y la forma en la que la afrontemos será determinante para que el resultado sea lo más constructivo posible.
Por otro lado, puesto que la relación de pareja es la mayor plataforma de crecimiento personal; salvo que haya abusos o maltratos, es poco inteligente irse de la relación sin haber aprendido e integrado en nosotros el aprendizaje que sobre nosotros mismos traía esa relación.
Antonio dice
Yo pienso que no existe final de la pareja hasta que ambos (o uno de ellos) decide rendirse. Parece como si existieran circunstancias materiales que hicieran que el amor (algo que no es material) se devaluase y perdiese su poder.
El ser humano siempre se ha roto la cabeza por separar cuerpo y mente y encima de todo va y permite que se mezclen ambas cosas (en este caso en el tema de las relaciones de pareja).
Es inconcebible que el amor que sienten dos personas se vea herido por circunstancias del día a día. Entiendo que la rutina tiene mucho poder y causa presión en las relaciones, pero…¿de quien es la culpa? ¿de todos, de todo lo que nos rodea?
No, la culpa es de nosotros mismos por llevar una vida emocional en piloto automático que hace que lleguemos a obviar emociones tan maravillosas como el amor (aunque no sea una emoción en si).
Las crisis en las parejas es algo que parece externo, como si fueran situaciones que no se pueden evitar, y luego queremos ponerles fin y encontrar una solución.
Existen soluciones, claro que las hay, pero requiere el mismo proceso que conlleva el alimentar la propia relación en si.
En pocas palabras, nos duele perder nuestra pareja, pero sólo cuando la estamos perdiendo, no antes.
Un artículo muy bueno, me ha gustado mucho.
Antonio
http://www.filofobiaenpareja.com
Salomé Gonzalo dice
Gracias por tu comentario Antonio!
Yo creo que más que culpa hay inconsciencia…que muchas veces sólo se vuelve consciente cuando ya es demasiado tarde.
El dolor, mientras hay inconsciencia, es una gran fuente de aprendizaje.
Por supuesto que las relaciones necesitan cuidado y alimento…y sobre todo atención y generosidad.
Muchas veces, lo que nos aleja del amor…es el propio miedo al amor.
Un abrazo