Podemos matar una relación de pareja por falta de atención. Y de hecho, solemos pensar que esa es la causa principal de que una relación languidezca y se apague…sin embargo muchas veces la matamos por asfixia. Como cuando matas a una planta de tanto regarla.
La relación, al igual que la planta, necesita riego; pero no que la inundemos.
Muchas de las relaciones que se marchitan y se convierten en aburridas es por exceso de “roce” y por falta de espacio. La pareja necesita dejar que corra el aire…necesitamos de vez en cuando echar de menos al otro…sentir la ausencia…reilusionarnos con nuevos encuentros…
Lo resume muy bien las palabras del poeta Khalil Gibran
«Dejad que en vuestra unión haya espacios.
Y dejad que los vientos del cielo dancen entre vosotros.
Amaos el uno al otro, pero no hagáis del amor una atadura: dejad que sea como un mar que se mece entre las orillas de vuestras almas.»
Indiscutiblemente…la pareja necesita espacio.
E indiscutiblemente, las relaciones necesitan atención y presencia; y muchas se marchitan por su falta.
¿Y qué significa exactamente esa atención?
Muchas personas creen que dedican atención a su pareja porque pasan mucho tiempo con ellas. La atención no sólo es pasar tiempo…tiene mucho más que ver con la calidad de ese tiempo.
¿Cuándo estamos con nuestra pareja estamos realmente con ella….o sólo estamos compartiendo un espacio físico?
Cuantas veces vemos a parejas que están juntas pero que ni se miran. Cada uno está en su mente, en total desconexión con el otro.
La atención a la que yo me refiero y que sirve para nutrir realmente y revitalizar una relación…es la presencia, con mayúsculas. El estar presente para el otro en cuerpo y alma…disfrutando, compartiendo el momento.
Es todo un arte, el arte de la presencia. Saber crear espacios y momentos para estar presente y disfrutar plenamente del encuentro. Y es el mejor regalo que podemos darle a nadie.
Hay parejas que dicen dedicarse mucho tiempo…y realmente es así…están mucho tiempo juntas físicamente, pero totalmente distanciados emocionalmente.
La atención necesita presencia…y la presencia es un verdadero arte; que precisa de entrenamiento y atención. Es todo un desafío en un mundo donde estamos tan conectados e identificados con nuestra mente y su discurso interpretativo…Desde ahí no podemos conectar con el otro.
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